sábado, 26 de octubre de 2013

Mohenjo Daro y Harappa


En el actual estado de Pakistán y cerca orillas del río Indo, podemos encontrar Mohenjo-Daro  que es una de las antiguas ciudades más enigmáticas para la comunidad arqueológica de la “Cultura del Valle del Indo”. 

También llamado “el montículo de los muertos”. Junto a Harappa, situada a poco más de seiscientos kilómetros de distancia más al noreste, constituyen las dos ciudades más emblemáticas y conocidas de esta antigua civilización del Valle del Indo entre las no menos de cuatrocientas urbes de diferentes tamaños que poblaron el área oficialmente desde el año 2.350 al 1.750 a.C.

Descubierta por el arqueólogo inglés John Hubert Marshall en el año 1.920 y declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1.980, si hay algo que sorprende inicialmente de Mohenjo-Daro, es la total ausencia de edificios que en un principio puedan identificarse como templos o palacios, ni ningún tipo de simbología que pueda asociarse a estas instituciones.

Todos los edificios siguen un patrón uniforme, destacando su construcción en una o dos plantas en ladrillos de adobe con ausencia de adornos y ventanas. Y todo ello, dentro una planificación urbanística muy por encima a la de cualquier otra antigua civilización e incluso de las más recientes, con amplias avenidas y calles rectas (muchas de ellas perfectamente pavimentadas), con edificaciones rectangulares dotadas todas ellas de una red de drenajes, canales, tuberías y alcantarillado, que incluía arquetas de inspección de éste último.

Tanto J.H. Marshall como sus sucesores en las excavaciones desarrolladas durante todo el pasado siglo XX fueron de sorpresa en sorpresa. Según profundizaban en los distintos niveles o estratos de construcción de la ciudad, más elementos de desarrollo tanto artístico y técnico eran encontrados, a diferencia que en las capas superiores, dando la sensación de una involución técnica y cultural, o al menos, de un estancamiento en el progreso de sus moradores.

Al igual que la cultura sumeria, la del Valle del Indo también parece que surgió de repente, sin haber dejado huellas de una evolución anterior a la aparición de Harappa y Mohenjo-Daro.

Pero si la aparición de tan sorprendente civilización sigue siendo un auténtico misterio, no lo es menos el de su desaparición, atribuida inicialmente a la presencia de pueblos invasores de origen indoeuropeo. También existe una hipótesis muy aceptada por la comunidad arqueológica por la que la ciudad pudo haber sido abandonada por un cambio repentino en el curso del Río Indo sobre el año 1.700 a.C., pero no explica algunos detalles muy incómodos para los que hasta el momento no se han encontrado respuestas determinantes.


A pesar de ser muy pocos los esqueletos encontrados, todo parece indicar que la muerte les vino muy deprisa, en plena huída.

Hasta tres miembros de la misma familia, entre los que se incluye un menor, aparecieron boca abajo cogidos de la mano, otros parecen haber sido también sorprendidos en plena calle no logrando haber encontrado refugio y observándose como parte de sus huesos se hubiesen consumido o volatizado muy rápidamente, yaciendo desde entonces de forma aislada o en pequeños grupos. Y por si fuera poco, al igual que en Harappa, todos estos restos humanos encontrados en las calles de Mohenjo-Daro presentan una circunstancia excepcionalmente extraña: un alto nivel de radioactividad.

Existe una especie de foco ó “epicentro” de unos poco más de 45 metros de diámetro en el centro de la ciudad, donde el terreno se encuentra cristalizado, encontrándose los bloques de piedra más próximos derretidos o fundidos.

En las edificaciones próximas se puede observar como los ladrillos de las paredes expuestos al exterior y en dirección al supuesto “epicentro” se encuentran del mismo modo, también fundidos o derretidos, una circunstancia que solo se podría haber logrado exponiéndolos a temperaturas superiores a los 1.500º centígrados.



Con los mismos síntomas de destrucción se han encontrado toda clase de objetos de alfarería, cerámica, joyería, etc, y las señales de explosiones e incendios se encuentran por doquier.

¿Qué clase de armas pueden provocar tales efectos tanto en las personas como en los edificios circundantes?
¿Acaso una explosión nuclear?

No son solo Harappa o Mohenjo-Daro quienes apuntan en la dirección de tan extravagante hipótesis como plausible, veamos que dicen los textos vedicos com el Mahabharata.





Dice el texto:

"Los VIMANAS eran máquinas volantes que tenían la forma de una esfera y navegaban por los aires por el efecto del mercurio que provocaba un gran viento propulsor. Los hombres alojados en los VIMANAS pueden recorrer grandes distancias en un tiempo maravillosamente corto. DANAVA era el disco destructor que poseía armas terribles lanzando relámpagos de fuego espantosos y capaces de destruir las ciudades. CUKRA, a bordo de su VIMANA de gran potencia lanzó sobre la ciudad un único proyectil cargado con la potencia de todo el Universo. Una humareda incandescente, semejante a diez mil soles, se elevó en todo su esplendor.

Se levantó un viento terrible, la naturaleza enloqueció y el Sol giró sobre sí mismo. Los enemigos caían como briznas de hierba destruidas por las llamas, hervían las aguas de los ríos y los que se lanzaron en busca de salvación murieron sin remedio.

Ardían los bosques. Caballos y elefantes corrían desesperados entre el fuego. Cuando el viento disipó la humareda de los grandes incendios, se vieron millares de cuerpos calcinados por el rayo terrible."


El Ramayana relata:

"Las Vimanas tienen la forma de una esfera y navegaban por los aires a causa del mercurio (rasa) levantando un fuerte viento. Hombres a bordo de los Vimanas podían así cubrir grandes distancias en un espacio de tiempo sorprendentemente corto, pues el hombre que conducía lo hacia a su voluntad volando de abajo arriba, de arriba abajo, adelante o atrás."

En el Saramangana Suttradhara se lee:

"Estaban hechos con planchas de hierro bien unidas y lisas y eran tan veloces que casi no se los podía ver desde el suelo. Los hombres de la tierra podían elevarse muy alto en los cielos y los hombres de los cielos podían bajar a la tierra"

El Libro de Krisna relata:

"Era capaz de moverse sobre el agua y bajo el agua. Podía volar tan alto y veloz que resultaba imposible de ver. Aunque estuviese oscuro, el piloto podía conducirlo en la oscuridad"

En el Ramayana se nos dice:

Debe haber cuatro depósitos de mercurio (rasa) en su interior. Cuando son calentados por medio de un fuego controlado, el vimana desarrolla un poder de trueno por medio del mercurio. Si este motor de hierro, con uniones adecuadamente soldadas, es llenado de mercurio y el fuego se dirige hacia la parte superior, desarrolla una gran potencia, con el rugido de un león e inmediatamente se convierte en una perla en el cielo.

Se considera en la India, por parte de los entendidos, que los primeros cronistas diferenciaron en sus relatos lo real de lo ficticio. Las historias de imaginación, o cuya veracidad no había sido comprobada, entraban dentro de la categoría "Daiva".

Los hechos reales, cuya autenticidad estaba fuera de toda duda, eran conocidos como "Manusa". El Mahabharata, Ramayana, Mahavira, y otros textos tenidos por fantasiosos, pertenecen a la categoría "Manusa".

Son varios los puntos geográficos donde han sido detectadas las “huellas” de posibles deflagraciones nucleares en la India. Al menos existen tres puntos en el área comprendida entre las montañas de Rajmahal y el Río Ganges que presentan grandes capas de cenizas y una presencia de radiación superior a la media habitual.

Lo mismo ocurre en el estado de Rajasthan, donde un área de cinco kilómetros cuadrados aparece cubierta de cenizas radioactivas a poco menos de 15 kilómetros al Oeste de la ciudad de Jodhpur, y que según siempre los lugareños, es la causante del gran número de casos de cáncer y malformaciones congénitas detectados en sus inmediaciones.

Otra curiosa señal de una hipotética antigua guerra nuclear en la India, es la presencia de un gigantesco cráter cerca de Bombay. Su diámetro alcanza casi los 2.154 metros. El cráter del Lago Lonar, ubicado a 400 kilómetros al noreste de Bombay, se le estima una antigüedad que rondaría los 50.000 años. No hay ningún rastro de material meteórico, etc, ni en el lugar del posible impacto ni en sus cercanías.

Sodoma y Gomorra, son otros ejemplo de antiguos de escritos que podrían interpretarse como un ataque aereo, aunque encajan también en el cuadro de un volcán o el impacto de un meteorito.


Alquimistas en el antiguo EGIPTO


na vez más, poco sabemos de cómo fue construida la Gran Pirámide, sólo existen especulaciones basadas más en deseos que en evidencias materiales o documentales, aunque se nos antoja muy difícil creer en el modo que nos aseguran los sectores más ortodoxos de la egiptología, sobre todo porque no cuadran las cifras, y mucho menos los resultados obtenidos con los medios "técnicos" supuestamente empleados.

Lo que si parece, es que existió en algún momento el conocimiento de alguna técnica capaz de ablandar las rocas, y que facilitaría la labor de corte, tallado y traslado de éstas, aunque por sí misma, ésta teoría no nos arroje luz a todas las incógnitas que tenemos al respecto.

No sólo en Egipto, sino en otros muchos lugares del mundo, especialmente Sudamérica, existen indicios de estas prácticas alquimistas.
En el caso de Egipto, ya hemos comentado los trabajos de Joseph Davidovits, cuando nos referíamos a la Estela del Hambre en la Isla de Sehel, donde argumenta la existencia de una relación de componentes necesarios para preparar este "cemento o ablandador divino".

La presencia de pelos, uñas y fibras textiles encontradas en análisis de rocas, así como el índice de humedad de los bloques de la Gran Pirámide distinto al de las rocas naturales, hacen factible la posibilidad de esta hipótesis.

El investigador español Manuel José Delgado, ha descubierto docenas de pequeñas piedras que muestran el efecto del reblandecimiento en su estructura, en la meseta de Giza.
Sea como fuere, no deja de ser un acto de soberbia, no sólo ya el establecer a ciencia cierta cómo fue construida la Gran Pirámide, sino burlarse o negar la posibilidad de otras teorías, pues si hay algo cierto dentro de este rompecabezas, es el de la existencia de un saber oculto y perdido de los antiguos egipcios.

PARA QUÉ SE HIZO

Si hasta ahora no nos ha quedado nada claro el cuándo, cómo y quién construyó la Gran Pirámide, el tratar de hablar de para qué uso se destinó, resulta totalmente gratuito por faltarnos las referencias suficientes que nos puedan dar alguna pista medianamente fiable. Existe una larga lista de posibles aplicaciones, aunque la que prevalece, como no podía ser de otra manera, es la de su utilización como monumento funerario o como teoría más atrevida entre los círculos oficiales, la de estar destinada a ritos y celebraciones religiosas de carácter especial.

A nosotros particularmente se nos antoja un tanto difícil y extraño, el paso de una pomposa comitiva de sacerdotes medio arrastras por los tortuosos pasajes y galerías que recorren la Gran Pirámide, pasillos de un metro de ancho y poco más de altura, no resultan los más apropiados para ningún tipo de rito o celebración. Incluso el paso del difunto faraón por estos exiguos corredores se aproxima más a una película de los hermanos Marx que a cualquier ceremonia que podamos imaginarnos, pongamos por ejemplo, en el grandioso Templo de Karnak.



Para investigadores como Pedro Guirao, la Gran Pirámide fue diseñada según los principios de la Geometría Hermética de Hermes-Toth. Constaría de una parte energética positiva y de otra negativa para facilitar la comunicación entre nuestra dimensión y otras. 






Para otros investigadores, como es el caso de Alan F. Alford, la Gran Pirámide no es más que un gigantesco generador energético a modo de central nuclear.

Con la técnica y perfección demostrada por los arquitectos egipcios, ¿qué más les hubiera dado hacer las galerías de mayor tamaño, más acordes con la grandeza de su faraón o de los dioses a los que adoraban?.

Nada de lo realizado en la Gran Pirámide parece escapar a un diseño premeditado por parte de sus constructores. Alineaciones y medidas parecen estar milimétricamente dispuestas, obedeciendo a un plan maestro totalmente desconocido para nosotros.

Si los antiguos egipcios eran capaces de mover moles de 800 toneladas, ¿qué dificultad habrían tenido en hacer pasajes más holgados y solemnes para el paso de sus comitivas funerarias o religiosas?. ¿Por qué la Gran Galería tiene una altura desproporcionada respecto al resto de los pasajes?.

Y LOS MUERTOS, ¿DÓNDE ESTÁN?

Esta pregunta nos la tenemos que plantear por la sencilla razón de que jamás se ha encontrado ningún difunto en el interior de una Pirámide. La solución a esta incógnita ha sido siempre resuelta culpando a los ladrones de tumbas, que no sólo robaban las joyas y demás riquezas, sino que extraían el cadáver para ultrajar su memoria.

Esta teoría no deja de tener gran parte de lógica. Son muchos los años transcurridos para haber dado la oportunidad a diferentes generaciones de ladrones y saqueadores de barrer con todas las riquezas depositadas en el interior de tumbas y pirámides. Ahora bien, como toda teoría tiene un pero. Al igual que ha habido tumbas que han sido descubiertas intactas, sin señal alguna de saqueo, como sería el famoso caso de la Tumba de Tutankhamón en el Valle de los Reyes, también han aparecido pirámides en las mismas condiciones de inviolabilidad.

SEKHEMJET, OTRA PIEZA QUE NO ENCAJA

Sekhemjet, fue uno de los últimos faraones de la III Dinastía, que siguiendo la moda impuesta por Zoser, hizo construir su pirámide en la necrópolis de Sakkara, allá por el año 2.600 a. C. Se desconoce exactamente si llegó a finalizar la estructura completa de la pirámide o bien si ésta fue reutilizada posteriormente por sus sucesores, sirviendo sus bloques para nuevas construcciones.
El caso es que la cámara funeraria subterránea quedó en el más completo de los olvidos durante miles de años hasta que en 1.951, el arqueólogo Zakaria Goneim descubrió entre los cascotes de la pirámide, la puerta de entrada.
Para poder acceder a la cámara funeraria, fueron necesarios casi tres años de limpiezas de escombros acumulados en el corredor de bajada, lo que nos dará una idea de la dificultad que hubieran encontrado posibles ladrones.
La flor y nata de la egiptología, política, medios de comunicación y curiosos, se dieron cita el día 8 de marzo de 1.954, para poder ver por fin el cadáver de un faraón en el interior de una pirámide, la prueba definitiva con la que callar de una vez por todas a aquellos "intrusos" y "alucinados", que habían osado poner en duda las afirmaciones de la egiptología oficial.


Sarcófago de Sekhemjet.




El mismísimo señor Ministro de Cultura de Egipto, tuvo el honor de dar el último mazazo sobre el muro que daba acceso a la cámara funeraria, donde se encontró un imponente sarcófago de alabastro rodeado de joyas y otros restos del ajuar funerario, y un sorprendente ramo de flores, que aún marchitas por el paso de miles de años, yacían sobre la parte superior del féretro.
El perfecto estado del sarcófago, realizado en una sola pieza de un gran grosor, con una puerta corredera, provoco retrasar la operación de apertura de éste, hasta el 26 de julio.
Este retraso aumentó más el interés entre los medios de comunicación y la opinión pública, que siguieron expectantes el gran acontecimiento.
En el día señalado, los más modernos equipos de conservación para recibir a tan importante invitado de 4.600 años de antigüedad, se quedaron mudos de sorpresa cuando el propio Zakaria Goneim, tras introducir su cabeza en el interior del sarcófago, aseguraba desconsolado que, no había nada ni nadie en el interior del féretro.

Posteriores análisis químicos reafirmaron categóricamente la total ausencia de restos orgánicos. Entonces..., ¿dónde estaba el muerto?.

Y de nuevo volvemos al terreno de la especulación (¿cuántas veces van ya?), al tratar de averiguar el verdadero uso de las pirámides, y más concretamente el de la Gran Pirámide.
A menudo se asegura (no deja de ser una huida hacia adelante) que las pirámides sólo eran las tumbas de las almas de los difuntos faraones, y que sus cuerpos eran depositados en otro lugar. Parece que el sentido pragmático de los antiguos egipcios era totalmente nulo, y que el sustento diario les venía regalado del cielo, porque sino, no se entiende una tumba de 2.500.000 de bloques de piedra, y la ruina de un estado y toda una dinastía real como una y otra vez nos aseguran que sucedió con la locura de Keops y compañía.


Para muchos observadores la Gran Pirámide y sus compañeras son un gran complejo arquitectónico que cumple con multitud de objetivos.


CONCLUSIONES

Tumba, templo, biblioteca en clave del saber humano, reactor nuclear, baliza para naves espaciales, generador de energías desconocidas o simple montón de piedras producto de la locura del hombre, la Gran Pirámide, sea cual sea su función o funciones sigue constituyendo uno de los enigmas de mayor envergadura al que el hombre se puede enfrentar.

Lo es ahora y lo fue también en tiempos de Heródoto, Diodoro de Sicilia o Napoleón.

Su inmensa figura recortada por el cielo de la meseta de Giza, desafía la lógica humana y se burla siglo tras siglo de todas las conclusiones precipitadas de aquellos que tratan de amoldar sus formas e historia a su conveniencia, conocimientos y prejuicios de cada época.

Y nosotros..., ¿no nos mojamos?, ¿no damos nuestra opinión?, ¿preferimos seguir criticando a diestro y siniestro sin aventurarnos a formalizar una teoría como el que más?.

Sólo podemos asegurar que existen suficientes indicios que señalan a la Gran Pirámide, como la primera y más antigua pirámide de Egipto.

Que Keops no fue su constructor, por lo que su datación en la IV Dinastía es totalmente errónea.

Que su diseño, al igual que otros monumentos asociados al Antiguo Imperio, nada tienen que ver con el resto de los existentes en Egipto, y que denuncian el uso de unos conocimientos y una tecnología, que nos llevan a sospechar cualquiera de los tres siguientes puntos, y que son parte de la filosofía de organizaciones como la Ancient Astronaut Society, fundada a mediados de los años setenta por Gene M. Phillips:

-A-. Existió en la antigüedad una civilización totalmente desconocida para nosotros, con un alto desarrollo cultural y tecnológico.

-B-. Hace miles de años, la Tierra fue visitada por alguna civilización exterior a nuestro planeta. Su paso dejó huella en distintas civilizaciones antiguas en forma de tecnología y conocimientos que fueron involucionando progresivamente, tras la marcha de estos visitantes.

-C-. La combinación de ambos puntos anteriores.
El uso y la utilización de la Gran Pirámide, vendrían pues determinados por las necesidades de esta civilización desconocida y que nuestra lógica, factor determinante para la creación de nuestros parámetros técnicos y culturales de enjuiciamiento, no son capaces de asimilar.

Creemos pues, que sólo una revisión en toda regla de nuestra historia y de sus enclaves arqueológicos más importantes, serían capaces de arrojar algo de luz a nuestro pasado, y por qué no, también a nuestro futuro.

Sabemos que por infinidad de lastres religiosos, políticos, económicos y demás intereses que nuestra sociedad mantiene, hoy por hoy, cualquier tentativa revisionista, no deja de ser más que una utopía.

El tiempo y sólo el tiempo pondrá a cada uno en el lugar que se merece.


En deuda con EGIPTO

En deuda con Egipto


Con todos los razonamientos ya expuestos, podemos concluir que antes del inicio de las civilizaciones sumeria o egipcia debió existir una increíble civilización ancestral que culturizó a Egipto; pero también a Sumer, India, Japón, Grecia y México, dejando huellas profundas en sus sistemas de creencias.

De esta forma se podría explicar por qué todos estos pueblos construyeron pirámides o terrazas escalonadas orientadas a determinados puntos astronómicos, por qué veneraban serpientes como criaturas dadoras de conocimiento o por qué sus respectivos cultos perseguían la consecución de la inmortalidad del ser humano.

La teoría de la Edad de Oro no empieza y termina en Egipto, sino que abarca otras muchas culturas a lo largo y ancho de la Tierra.

En capítulos posteriores vamos a profundizar en otros misterios y enigmas de la historia que ayudarán a respaldar la existencia de una civilización precursora a todo lo que actualmente conocemos y dotada de una inteligencia capaz de construir y diseñar los pilares de todas las culturas posteriores.

Por los datos estudiados, parece ser que esta civilización debió poblar la Tierra antes del 10500 a. C. La razón por la cual desapareció, abriendo y facilitando el paso a las civilizaciones que hoy en día sabemos que han existido por sus restos arqueológicos, sigue siendo un misterio. Seguramente fue debido a una catástrofe natural a nivel mundial que acabó con todo lo anterior y dejó los despojos de esa cultura ancestral para que la encontraran los nuevos pueblos.

El calentamiento de nuestra atmósfera ha reducido la intensidad de los hielos polares a sólo 27 millones de kilómetros cuadrados de superficie. Desde el 8000 a. C. en adelante, los cambios, aunque menores, no han dejado de producirse. Todas las civilizaciones antiguas hablaron en un momento u otro de grandes islas o masas continentales que desaparecieron bajo las aguas.

El mito platónico de la Atlántida, la leyenda de Lemuria y tantas otras tradiciones pudieron estar refiriéndose a un hecho cierto. Una catástrofe geológica real que modificó el perfil de las playas del mundo hace miles de años.

Como ejemplo de todo esto encontramos la desaparición de la isla Krakatoa en 1883, en el estrecho de Sundra, entre Java y Sumatra. Una sola erupción volcánica la destruyó en mil pedazos. Provocó tsunamis con olas de cuarenta metros de altura.

Pero lo curioso es que, en 1928, en el mismo lugar en el que se hundió Krakatoa, volvió a emerger una isla. Hoy la llaman Anak Krakatoa, `hija de Krakatoa´, y en unas décadas será tan grande como su madre. ¿Se repetirá la historia?

El brusco ascenso de las aguas durante el último cambio climático global, hace ocho milenios, sepultó islas, antiguas bahías y, quizás, ciudades y hasta civilizaciones enteras.

Tal vez incluso nos empujó a nuestra Edad de Piedra, sumergiendo para siempre esa mítica Edad de Oro de la que hablan todas las tradiciones. Siguiendo con el mismo razonamiento, esta hipótesis nos explicaría de un modo convincente por qué existen más de un centenar de leyendas que hablan de un Diluvio Universal en los cuatro rincones del planeta.

Esos mitos podrían ser los últimos recuerdos de un tiempo anterior al origen oficial de nuestra civilización.

Estudios realizados por el personal del Departamento de Geología de la Universidad de Durham, desde 1970, han demostrado que el Mediterráneo ha sufrido grandes cambios que empezaron a sucederse hace unos 18000 años.

El estrecho de Gibraltar era aún más sucinto que hoy, Córcega y Cerdeña formaban una sola isla, y Malta tenía varios kilómetros más de anchura. Al iniciarse el deshielo de Europa, una enorme masa de agua se derramó sobre el Mediterráneo. Gibraltar fue incapaz de drenarla al Atlántico y los niveles del mar subieron hasta 60 metros.

Una creciente comunidad científica apoya la teoría que antes del 10000 a. C. existieron una o varias civilizaciones muy avanzadas en las costas mediterráneas, que se perdieron para siempre bajo las aguas.

Al subir el nivel del mar, es indiscutible pensar que decenas de núcleos urbanos desaparecieran, devolviendo a la humanidad a la época de las cavernas. El único problema es que no sabemos donde están hoy esas ciudades sumergidas.

En el caso de Egipto, hay que plantearse la posibilidad que esta subida en los niveles del agua, inundara el delta del Nilo y todas las áreas próximas. De esta forma se entenderían las pruebas en torno a la Esfinge que apuntan a que estuvo sumergida.


En el año 2002, Graham Hancock, se propuso encontrar los hipotéticos restos sumergidos. Él estaba seguro de algo: los pueblos de la Edad de Oro estuvieron obsesionados con las estrellas y transmitieron parte de su saber a las civilizaciones que surgieron tras su desaparición.

Esto fue lo que ocurrió en la India, Egipto, Centroamérica, las islas del Mediterráneo y China. Para ello buceó en el estrecho de Gibraltar, las costas de Málaga y Almería, el mar Adriático, Malta, Cerdeña y Sicilia.
De todo lo estudiado, lo que le llamó más la atención fue el archipiélago de Malta.

Es el lugar donde se encuentran los monumentos megalíticos más antiguos del mundo.

Los científicos sitúan los restos entorno al 5600 - 3600 a. C. y admiten que los primeros asentamientos humanos en Malta se produjeron hace siete mil doscientos años. Todos estos datos vienen respaldados por la datación mediante el carbono-14 de restos de huesos y cerámica encontrados entre las piedras. Aún así, muchos creen que estas dataciones son discutibles.

Hancock creía que encontrando un templo megalítico similar a los conocidos pero bajo el agua, conseguiría demostrar sus teorías. Lo que él no sabía es que ya se le habían adelantado. El alemán Hubert Zeitlmair en 1999, encontró y fijó sus coordenadas en un GPS, los restos de unos bloques de piedra, incisiones rectilíneas en el suelo a modo de raíles y agujeros que asemejaban bocas de pozo. Todo de indudable manufactura humana. El problema de Zeitlmair fue declararse seguidor de un escritor neoyorquino que afirmaba la presencia de extraterrestres en la Tierra. Debido a esto, nadie le hizo caso. Javier Sierra, un gran escritor que apoya la teoría de la Edad de Oro, se entrevistó con él y quedó absorto al oír sus explicaciones: según Zeitlmair había conseguido averiguar la posición de un nuevo recinto sumergido gracias a que los constructores ajustaron los monumentos a imitación de posiciones de cuerpos del sistema solar.

Graham Hancock quiso corroborar todos estos hallazgos y lo consiguió. Se zambulló alrededor de las costas de Malta y localizó gradas, arcos y escaleras. Incluso pudo fechar las estructuras, con la ayuda de unos mapas de inundaciones, entre quince y dieciocho mil años de antigüedad. Además se atrevió a decir que la Era de los Megalitos debía datarse de nuevo, retrasándola hasta hace trece mil años.

Malta no es la única isla del Mediterráneo que esconde los misterios de una civilización tan avanzada. Viajando un poco más al noroeste, se encuentra la isla de Cerdeña. Hacia el 3000 a. C. esta isla estuvo habitada por una poderosa cultura, los Ozieri. A ellos se les a atribuido la construcción del monumento más misterioso de toda la isla: se trata de una pirámide escalonada, de unos nueve metros de altura, con lados de 37 y 30 metros respectivamente y dividida en tres grandes escalones o gradas, llamada Monte d´Accoddi.

Los expertos no se ponen de acuerdo respecto a su antigüedad, incluso no saben muy bien lo que significa su nombre. Los primeros arqueólogos que la estudiaron afirmaron que presentaba grandes conexiones con los zigurats mesopotámicos. Por lo tanto, ¿llegaron los sumerios a Cerdeña?