lunes, 9 de septiembre de 2013

Pirámide de BAIGONG



En la orilla de uno de los dos Lagos de los Amantes (uno de agua dulce y otro de agua salada), ubicado en la falda del monte Baigong y a 40 kilómetros al sudoeste de la ciudad de Delingha, se levanta una pirámide de unos 50 metros de altura, conectada mediante varios tubos metálicos al lago salado.





En la parte frontal de la pirámide, hay tres cuevas con entradas de forma triangular. De las tres entradas, la del medio es la más grande y la única accesible, puesto que las dos de los laterales, los huecos de entrada son más pequeños y están derrumbados. La cueva central tiene aproximadamente seis metros de profundidad y dentro de ella hay un tubo de aproximadamente 40 centímetros de diámetro que se adentra en el interior de la pirámide, siendo visible únicamente la parte superior de este.


En la entrada de la cueva hay una docena de tubos de distintos diámetros (de 10 a 40 centímetros) que se dirigen hacia el interior del monte. Todos los tubos son rojos parduscos, del mismo color que las rocas circundantes. Aproximadamente a unos 80 metros de las cuevas, sobre la arena de la orilla sur del lago salado, hay un gran número de restos de metal oxidado, piedras y restos de tubos de diversos diámetros (de 2 a 4'5 centímetros) distribuidos de forma extraña y orientados en dirección este-oeste, habiendo inclusive, algún tubo tan fino como un mondadientes, siendo extraño también que, después de tanto tiempo junto a la arena del lago, ninguno de ellos esté obstruido o taponado. Más extraño es, que también algunos de estos tubos se internen en el agua del lago desde la orilla, desconociendo por ahora la profundidad alcanzada por estos y su finalidad.

Según Qin Jianwen, jefe del departamento de publicidad del gobierno de Delingha, se recogieron muestras de los tubos para realizar un análisis sobre su composición.

El resultado muestra que los tubos están compuestos de un 30 % de óxido de hierro, un alto porcentaje de dióxido de silicio así como de óxido de calcio. Pero lo más curioso de este análisis realizado a los tubos, es que el 8% del contenido no podía ser identificado, es decir, el tubo está compuesto de un material que no existe en la Tierra.

El que los tubos contengan gran cantidad de dióxido de silicio y óxido de calcio es el resultado de una larga interacción entre el hierro y la arena de la orilla del lago, con lo que se deduce que los tubos deben ser muy antiguos, dijo Liu Shaolin, el ingeniero que realizó el análisis. Liu Shaolin dató la edad de los tubos en unos 5.000 años de antigüedad, algo excepcional si, como sabemos, el hombre empezó a trabajar con aleaciones de metal tan sólo hace 2.000 años.

El resultado de los análisis, el hecho de que el entorno sea inhóspito y desierto, no halla industria moderna en todo el área y que las únicas personas que pasan por la zona sean unos pastores migratorios del norte de las montañas, hacen este descubrimiento aun más misterioso.

El área de la pirámide está situada a 2.200 metros de altitud, con un aire fino y transparente, ideal para la astronomía. De hecho, la Academia de Ciencias de China construyó el Observatorio de la Montaña Púrpura a menos de 70 kilómetros de la zona. 

Las pirámides CHINAS


A comienzos del siglo XX, diferentes exploradores y comerciantes como los alemanes Frederick Schroedery y Oscar Maman dieron testimonio de la presencia de no una, sino numerosas pirámides alrededor de la ciudad de Xi'an, haciendo especial hincapié en una de ellas, una construcción colosal que al igual que el testimonio del piloto norteamericano "Maurice Sheehan", alcanzaba los 300 metros de altitud y algo más de 400metros de lado. Según información recogida de algunos de sus acompañantes nativos, esta construcción tenía más de 5.000 años.

Poco después Segalen, otro explorador alemán, alcanzó en 1.913 la que al parecer fue la Pirámide del Emperador Shi Huang-ti, el mítico Emperador Amarillo. En su diario anotó que la pirámide alcanzaba los 48 metros de altura y cada uno de sus lados tenía 350 metros. Del mismo modo constató la presencia de otras muchas pirámides más, algunas de enorme tamaño y de una antigüedad imposible de calcular.

A finales de la II Guerra Mundial el piloto de la US Air Force James Gaussman realizaba una misión de abastecimiento de víveres y provisiones a fuerzas del ejército chino. Pero el motor de su aparato empezó a tener problemas mecánicos que aconsejaron regresar a su base en Assam (Norte de la India). Para mayor seguridad y tras corregir el rumbo, el avión de James Gaussman hizo el viaje de regreso a baja altitud. Después de sobrepasar la ciudad de Xi'an y con rumbo Sur-Oeste, apareció ante su vista una gigantesca pirámide. Gaussman no salía de su asombro, y tras hacer varias pasadas sobre la pirámide tomó varias fotografías que, junto a un detallado informe, entregó a sus superiores nada más llegar a la base aérea de Assam. Este incidente quedó olvidado en los archivos de las fuerzas aéreas americanas. Cuarenta años después volvieron a salir a la luz pública gracias al escritor australiano Brian Crowley, que publicó una de las fotografías de Gaussman en uno de sus libros.




Fotografía aérea de la conocida como Pirámide Blanca, un monstruo de 300 metros de altura y que ocupa una superficie de 202.500 metros cuadrados.

Pero no era el primer incidente de esta clase que se producía por parte de pilotos sobre el espacio aéreo de China, ni tampoco el último. En marzo de 1.947, finalizada la contienda mundial, el diario New York Times hacía referencia a un avistamiento efectuado por el Coronel Maurice Sheehan desde su avión, en el cual y siempre según las declaraciones del militar, llegó a sobrevolar una gigantesca pirámide que alcanzaría los 300 metros de altitud, siendo cada uno de sus lados de 450 metros. De ser cierta esta información nos hallaríamos ante la mayor pirámide del mundo, destronando por K.O. a la mismísima Gran Pirámide de Giza en Egipto con sus 147 metros de altura y los 320 metros de cada uno de sus lados, 202.500 metros cuadrados de superficie de la pirámide china contra los 52.900 metros cuadrados de la Gran Pirámide egipcia.

Existen numerosas denuncias de la presencia de pirámides sobre territorio chino realizadas por numerosos pilotos, e incluso fotografías realizadas más recientemente por satélites espías americanos. Pero las autoridades chinas siempre han negado incomprensiblemente la existencia de estos monumentos, ¿por qué?, ¿qué es lo que ocultan con tanto celo?.

Desde 1.937 los Estados Unidos ayudó a los chinos a combatir el expansionismo imperialista de los japoneses. Cientos de pilotos de todas las nacionalidades sobrevolaron territorio chino, siendo numerosas las referencias existentes a la presencia de avistamientos de pirámides.



En 1.994 el investigador alemán Hartwig Hausdorf logró fotografiar y filmar varias de estas construcciones en las proximidades de Xi'an, en una auténtica operación de audacia, pues todo el área que recorrió H. Hausdorf estaba restringida no sólo a extranjeros como él, sino incluso a los propios habitantes de los alrededores. Gracias a su valentía y coraje hoy podemos disponer del documento gráfico más importante de todos los tiempos sobre la existencia de construcciones piramidales en China.




Shi Huang-Ti, el Emperador Amarillo (a la izquierda) fue el autor de uno de los descubrimientos arqueológicos más impresionantes realizados por el momento en el mundo. Un gran ejército de figuras de terracota compuesto por más de 8.000 figuras fue enterrado en su mausoleo (a la derecha), donde según antiguos textos permanece aún sin descubrir bajo una pirámide también enterrada, su tumba y los más increíbles tesoros y riquezas.

Gracias al descubrimiento de estas figuras de terracota se ha podido saber más sobre las razas que habitaron China y sus métodos guerreros que con toda la información recopilada hasta el momento de su descubrimiento en 1.974. Tras la desaparición de la Dinastía Qin a la que perteneció Shi Huang-Ti, China entró en un periodo de decadencia, y los tiempos de máximo esplendor de este gran imperio quedaron en el olvido.

A pesar de toda negativa del gobierno chino a que se investigue la presencia de estas pirámides, existe suficiente documentación histórica que conduce a la posibilidad de que algunas de estas construcciones fuesen realizadas durante el siglo III a. C. y más concretamente durante el periodo de reinado de Shi Huang-Ti de la Dinastía Qin
(259-210 a. C.).

De este personaje de leyenda, apodado el Emperador Amarillo, se ha escrito todo tipo de historias y fantasías. Pero lo que sí es cierto es que durante su gobierno, iniciado a la temprana edad de 13 años, fueron realizadas las mayores y más importantes construcciones de la historia de China. A él le debemos la edificación de la Gran Muralla China o el Ejército de Terracota desenterrado en su mausoleo, compuesto por 8.000 estatuas humanas, cada una con sus rasgos propios y docenas de caballos y carros descubiertos en 1.974.

Pero tal vez una de sus más espectaculares obras fue la que describe el historiador chino Sseuma Ts'ien (135-85 a. C.). En ella empleó a 700.000 trabajadores en la construcción bajo una gran pirámide en el Monte Lishan de su tumba, cerca del mausoleo donde fue descubierto el Ejercito de Terracota.

Bajo la pirámide, cientos de metros de galerías y pasillos repletos de los más increíbles tesoros rodeaban la cámara funeraria del emperador. Ordenó posteriormente recubrir toda la construcción de tierra y colocar plantas sobre ella para poder camuflarla como una elevación natural del terreno. Según Sseuma Ts'ienla pirámide alcanzaba los 48 metros (los mismos que Segalen dejó anotados en su diario en 1.913). Una vez finalizada la construcción todos los artesanos y trabajadores que participaron en la edificación de esta grandiosa obra, fueron asesinados a pie de obra para que se borrase la memoria de la última morada del Emperador Amarillo.

Nada sabemos sobre ellas, pues la intransigencia y el ocultismo del gobierno chino priva a toda la humanidad del derecho a conocer su verdadera historia y su pasado. Política y religión son sin duda malos compañeros de viaje de la verdad.

Hoy en día, de los más de 56 kilómetros cuadrados de los que se supone que contaba todo el complejo funerario del emperador, sólo una pequeña parte ha sido descubierta. Corresponde a las tres cámaras donde fue encontrado el Ejército de Terracota que el emperador mandó enterrar junto con el resto de edificaciones anexas. Un descubrimiento realizado por casualidad cuando un grupo de agricultores efectuaba un pozo para extraer agua durante un periodo de sequía.



A principios del año 2000, el régimen chino no tuvo más remedio que reconocer que no sólo existían unas 400 pirámides irguiéndose en la región de Shanxi, al norte de Xi´an, sino que la mayoría de las pirámides más tardías pertenecientes a la Dinastía Xia del Oeste (1032-1227) se encontraban en un estado sumamente deteriorado por falta de mantenimiento; muchas de éstas presentaban profundas grietas, y gran parte se hallaba al borde del derrumbe.
“El conjunto completo de enterramientos de nobles corre riesgo de desaparecer” confesaría el subdirector de la oficina de administración de las tumbas, Dai Wenzhen.

Según el funcionario, la mayoría de las tumbas de la dinastía Xia, ubicadas en la región de Ningxia, presentaría problemas similares, y algunas incluso podrían catalogarse abiertamente como “ruinas”. No obstante, muchos científicos calificaron a la inversión de los dirigentes en la refacción de los monumentos en riesgo como “irrisoria”.

Mientras que la arcilla de las 207 tumbas y 9 mausoleos de la región de Ningxia se esfuerzan por persistir en el tiempo, las pirámides ubicadas en Shanxi se muestran más estables, imponentes y desconocidas. Actualmente se estima que la gran mayoría de la agrupación de 400 edificaciones de Shanxi se construyó durante la dinastía del tiránico emperador Qin Shihuang Ti (259-210 a.C.) con el propósito de albergar cerca de su tumba a los restos de la corte imperial china hacia su descanso eterno.
Qin Shihuang Ti, la pirámide más enigmática del planeta.

No es desconocida la obsesión que sufría el emperador Qin Shihuang Ti por descubrir la formula de la inmortalidad. La fiebre por alcanzar la gloria lo condujo a crear una de las maravillas arquitectónicas más intrigantes y codiciosas del planeta.

A sólo un kilómetro y medio de su imponentemente célebre “ejército de terracota”, un enorme montículo esconde los restos del monarca más déspota que conociera la China antigua. Qué tesoros alberga dentro de su pirámide mortuoria, son aún conjeturas.

Según antiguos documentos chinos, el emperador Qin intentó acondicionar su pirámide subterránea de tal manera que ésta fuera una réplica exacta del territorio chino.

Los textos antiguos refieren que la gigantesca bóveda de la cámara estaría tapizada de cobre con incrustaciones de joyas, de modo que la luz de las lámparas las hiciera titilar simulando las estrellas del firmamento. Asimismo, por toda la base de la gran pirámide debía circular, mediante un mecanismo desconocido, una réplica artificial de los ríos de China, completamente realizada en mercurio.

De hecho, expediciones científicas confirmaron que la tierra que cubre la superficie de la pirámide tiene concentraciones considerables de este metal líquido.

Actualmente, la pirámide del emperador Qin tiene 76 metros de altura, pero se estima que hace 2.200 años alcanzaba los 115 metros. El ancho de la base este-oeste es de 345 metros y su longitud sur-norte es de 350 metros. Aunque el emperador Qin se esmeró en dificultar el acceso a su última morada haciendo cubrir la pirámide con suelo y vegetación y bloqueando todo acceso posible a la cámara principal, los dirigentes chinos no han mostrado señales de profundizar la investigación para descubrir los infinitos tesoros arqueológicos que pudiera albergar esta enorme construcción.

Tampoco hoy existe libertad para explorar las pirámides fotografiadas clandestinamente, y se dispone de muy poca información para acceder a estas maravillas que nos permitirían conocer más a fondo el legado de una cultura milenaria


Antigua ciudad de TIAHUANACO

Se trata del más importante yacimiento arqueológico de Bolivia, en la cordillera de los Andes. Se cree que la antigüedad de la ciudad oscila entre el 2000 a. C. y el 900 d. C. En el yacimiento se encuentran estatuas de gran tamaño, pirámides, cimientos de titánicas construcciones y montones de piedras de lo que pareció ser una ciudad de gran importancia. Hoy en día sigue siendo un misterio la forma en la que los antiguos pobladores de la región pudieron llevar hasta allí tal cantidad de piedras, sobre todo porque en la actualidad es una zona de muy difícil acceso.


El yacimiento de la antigua ciudad de Tiahuanaco está a unos 70 kilómetros al norte de La Paz, a 3885 metros de altura, muy cerca del lago Titicaca. Está rodeada de un foso que, supuestamente, tenía el fin de ser llenado de agua para crear una isla artificial en la ciudad. Este hecho hace pensar que Tiahuanaco fuera un recinto sagrado, debido al carácter sacro del agua como símbolo de separación entre lo físico y lo metafísico.



Vista satélite de las principales ruinas de la ciudad de Tiahuanaco.

El arqueólogo germano Arthur Posnansky, durante los años veinte, fue el primero de muchos en prestar atención a las ruinas que plagaban la zona cercana al lago. Sus propósitos fueron intentar saber quién construyó los templos, quién los habitó y qué técnica se empleó para mover los miles de metros cúbicos de piedra que los conformaban. Al no poder contar con la técnica del carbono-14 para poder datar, Posnansky se basó en la oblicuidad de la eclíptica que explica como el Sol nunca sale dos veces por el mismo lugar, sino que se desplaza sobre el horizonte. Esto es debido a que la Tierra orbita en torno al Sol ligeramente inclinada con respecto al ecuador y esto provoca que el ecuador celeste se encuentre también inclinado con respecto al plano orbital.

De esta forma, si una piedra se orienta hacia el punto de salida del Sol en un momento relativamente lejano en el tiempo, puede calcularse la diferencia espacial existente entre el lugar de aquel lejano amanecer y el nuestro, y determinar la fecha de orientación del monumento con escaso margen de error. Aplicando esta teoría, Posnansky determinó el ángulo en el que se encontraba el horizonte de Tiahuanaco en el momento de su construcción (23º 8´ 48´´ exactamente). Esto correspondía a una fecha indeterminada alrededor del 15000 a. C. Esto le llevó a desarrollar una teoría en la que una avanzada civilización pobló América mucho antes de lo que la mayoría de los expertos suponían.

Uno de los edificios más importantes de Tiahuanaco es Kalasasaya: un gran templo construido con grandes bloques de piedra. Al parecer era el edificio principal de la ciudad dedicado a las ceremonias. Es conocido como el "Templo de las Piedras Paradas", o eso es lo que se cree que significa su nombre. Al igual que Akapana (una pirámide cercana de 18 metros de altura), se encontraba perfectamente orientada para marcar fenómenos astronómicos. En este caso, su posición servía para adivinar los cambios de estación. Dentro de la edificación hay estancias parcialmente cubiertas bajo el nivel del suelo. En Kalasasaya existen tres importantes esculturas: la Estela (Ponce), el monolito El Fraile y la Puerta del Sol. Este último está construido a partir de un bloque de piedra de unas diez toneladas. Mide tres metros de alto y casi cuatro de ancho. Se cree que pudo ser una puerta de acceso a Kalasasaya, ya que están en la misma planta. La Puerta se caracteriza por tener inscritos en ella multitud de grabados que se cree que tenían connotaciones religiosas o astronómicas.


 

Templo de Kalasasaya y Puerta del Sol gobernada por una representación de Viracocha, el dios Inca. 



Algunos expertos, como Arthur Posnansky en su momento, creen que sería necesario buscar un nombre que explicase el origen cultural de Tiahuanaco y cómo este se extinguió tras un cataclismo devastador. Este nombre se ha relacionado con la Atlántida. No podemos hacer otra cosa que preguntarnos cómo aquella civilización, de avanzados conocimientos astronómicos, poseedora de un calendario preciso que el arqueólogo germano creyó ver reflejado en la célebre Puerta del Sol (un bloque de andesita de 45 toneladas) y capaz de desplazar monolitos de más de 400.000 kilos (el doble de peso de los gigantescos bloques de caliza que forman parte del templo de la Esfinge de la meseta de Gizeh, en Egipto), se extinguió tras un presuntuoso cataclismo devastador.
Algunos expertos, como Arthur Posnansky en su momento, creen que sería necesario buscar un nombre que explicase el origen cultural de Tiahuanaco y cómo este se extinguió tras un cataclismo devastador. Este nombre se ha relacionado con la Atlántida. No podemos hacer otra cosa que preguntarnos cómo aquella civilización, de avanzados conocimientos astronómicos, poseedora de un calendario preciso que el arqueólogo germano creyó ver reflejado en la célebre Puerta del Sol (un bloque de andesita de 45 toneladas) y capaz de desplazar monolitos de más de 400.000 kilos (el doble de peso de los gigantescos bloques de caliza que forman parte del templo de la Esfinge de la meseta de Gizeh, en Egipto), se extinguió tras un presuntuoso cataclismo devastador.

Entre bloques de piedra tallados, canalizaciones de agua semienterradas y desniveles del terreno que a buen seguro esconden estructuras pendientes de ser excavadas, el ingeniero y astrónomo cubano Óscar Corvison afirma lo siguiente (siguiendo al pie de la letra las alusiones de Platón a una isla y su capital, Poseidón, que se hundió hace unos 12500 años): la Atlántida y Tiahuanaco coexistieron en el tiempo. Durante ese período, la ciudad tenía su propio puerto, cuestión que por cierto parecen reforzar las enormes piedras del vecino conjunto monumental de Puma Punku y que muchos estudiosos creen que son muelles de desembarco de mercancías.

Se cree que en su época de apogeo, la ciudad estaba a orillas del lago Titicaca. La presencia de muelles hace creer en esta teoría, a pesar de que hoy día se encuentra hasta 30 metros por encima del nivel de las aguas del lago. Las teorías poco ortodoxas creen que esta diferencia pudo deberse a algún movimiento sísmico que elevó Tiahuanaco del altiplano separándolo del lago. Además creen que un movimiento de este tipo se produjo hace unos 15000 años. Es una teoría más, menos increíble que la que dice que la ciudad fue construida por una antigua raza de gigantes. Pero el mayor misterio de todos los de Tiahuanaco es el por qué se abandonó la ciudad y por qué sus edificios se dejaron sin terminar de construir.

De nuevo recurrimos al ilustre Graham Hancock y a su libro El espejo del paraíso para intentar descifrar los enigmas. Según él, las civilizaciones del pasado de la Tierra que más conocimientos de astronomía tuvieron construyeron sobre sus territorios impresionantes monumentos que imitaban ciertas constelaciones del firmamento. Exactamente aquellas que emergían cada noche por los puntos cardinales hacia la primavera del 10500 a. C.
El norte geográfico, durante el 10500 a. C., mostraba cada noche la constelación del Dragón. En Angkor, Camboya, unas ruinas fechadas alrededor del siglo XI d. C. pero construidas sobre templos de edad imprecisa, imitan en el suelo la constelación del Dragón y su orientación al norte. En Egipto, en la meseta de Gizeh, las tres pirámides imitan el cinturón de la constelación de Orión, que en esos tiempos emergía por el sur. Mientras tanto, la Esfinge estaba orientada hacia el este por donde surgía la constelación de Leo. Pero parece que en el 10500 a. C. no hubiera ninguna constelación importante en el oeste desde el hemisferio norte. Hancock se fijó, en cambio, que desde el hemisferio sur, sí mirabas al oeste, se contemplaba perfectamente la constelación de Acuario. Según él, la ciudad o monumento destinado a esta constelación no era, ni más ni menos, que Tiahuanaco, pues tiene características pronunciadas acuarianas en los motivos acuáticos de las dos grandes estatuas dentro de Kalasasaya y en los canales de conducción de agua del lado oeste de la pirámide de Akapana.

Una de las versiones de la famosa tradición sobre Viracocha nos habla de Thunupa, esta versión proviene de la zona que rodea al lago Titicaca que se llama el Collao. En ella se nos narra que Thunupa apareció en el Altiplano en tiempos remotos, procedente del norte y que vino acompañado por cinco discípulos de ojos azules y barba. Después de instruir a la población en diversos campos y recorrer grandes distancias a través de los Andes fue atacado y herido gravemente por un grupo de conspiradores envidiosos.

Esta historia, en su desarrollo más detallado nos ofrece grandes paralelismos con la historia de Osiris y su muerte. De hecho, Osiris en Egipto y Thunupa-Viracocha en Sudamérica presentan los siguientes puntos en común: ambos eran grandes civilizadores, ambos fueron víctimas de una conspiración, ambos resultaron malheridos, los cuerpos de ambos fueron depositados en un receptáculo, ambos fueron arrojados al agua, ambos se deslizaron por un río y ambos alcanzaron el mar. Los paralelismos entre esta región y el antiguo Egipto están aun presentes. En la isla de Suriqui, en el lago Titicaca, se siguen construyendo actualmente unos botes de juncos de totora que son casi idénticos, tanto en el método de construcción como en el aspecto que ofrecen una vez terminados, a las barcas de los faraones hechas con cañas de papiro. Los lugareños afirman que quienes les transmitieron la forma de hacer esos barcos fue el "pueblo de Viracocha".

Pero la cosa no termina aquí: asimismo, Viracocha y Osiris guardan una estrecha semejanza con el dios Quetzalcóatl azteca y el dios Kukulkán maya, ambos en México. Todo apunta que en la más remota antigüedad existió una "memoria común", es decir, un grupo de creencias, ritos y mitos, que a pesar de la distancia y del tiempo transcurrido, se fueron repitiendo e incluso en nuestros días y gracias a las leyendas de algunos pueblos primitivos, todavía perduran.



                                                     Viracocha, 



                                                 Osiris, 


                                                                    Quetzalcóatl 



y Kukulkán.


Heliopolis BAALBEK

La historia de Baalbek comenzó hace 2,900 años antes de la edad moderna, cuando se asentaron antiguos hombres pertenecientes a la edad de bronce. 




Este lugar está lleno de historia pues además en épocas pasadas fue el santuario fenicio dedicado al dios Baal, formó parte de la expansión griega, albergó a la cultura seléucida y fue también colonia del Imperio Romano.






¿Qué significa Baalbek?

Pues el nombre nace en base a la divinidad fenicia de Baal, que significa en lenguas semíticas “Señor”. Baalbek entonces significa “Señor de la Bekaa”.

Pero ¿Quién fue Baal?

Pues el dios del sol, de la tempestad y de la fertilidad de la tierra.

Cuenta la historia que en esta zona se practicaban sacrificios de animales y humanos como ofrendas para esta divinidad.

¿Usted sabía que la ciudad es citada en la Biblia?

Precisamente se le nombra en el Libro de Josué al ser la zona geográfica donde el patriarca Josué realizó su conquista. Posteriormente la ciudad fue rebautizada como Heliópolis o “Ciudad del sol” por el Imperio Seléucida la Terraza de Baalbek, que es una plataforma construida con enormes losas algunas de las cuales miden 20 metros de lado y pesan casi 2.000 toneladas.

¿Sabía que estos santuarios fueron erigidos en honor de las divinidades de Júpiter, Mercurio y Venus?

Sí, los griegos construyeron estos templos sobre antiguas ruinas de otro santuario posiblemente edificado por los fenicios.
Lo curioso es que la Gran Terraza es una plataforma construida con las mayores piedras talladas conocidas, colocados para formar unos fundamentos de 460.000 metros cuadrados de superficie.

En esta plataforma se encuentran los tres colosales bloques conocidos como el Trilithon. El peso de cada uno de esos monolitos, extraídos de la cantera a más de un kilómetro de distancia, es de dos mil toneladas.

Realmente inconcebible. Tenga en cuenta que hoy en día no existe ningún mecanismo ni tecnología capaz de mover un peso de este tamaño. Aún en la cantera se puede observar un bloque gigante conocido por el nombre de Piedra Sur.




PIEDRA SUR

Ya en el año 64 antes de la era común, los romanos conquistan la ciudad y refaccionan el templo construido por la cultura helenística. Se construyó un altar que precede al templo, un gran patio, un patio hexagonal del santuario y un templo adicional en honor al dios Baco. Adicionalmente, Heliópolis fue elevada al rango de colonia y se le nombró “Colonia Iulia Augusta Felix Heliopolis”.

En el año 637, los árabes conquistan en lugar y transforman a Baalbek en una ciudadela fortificada. Se construye además una gran mezquita al estilo omeya de la cual hoy en día tan sólo podemos ver sus ruinas.

¿Qué pasó luego?

El califato de Abbasí toma la administración de la ciudad hasta que llegaron los bizantinos en el año 974 y posteriormente es ocupada por Saladito, y luego por los mamelucos.

¿Algo más?

Sí, los mongoles saquean la ciudad en el año 1260, en el 1516 forma parte del imperio otomano y en los siglos sucesivos es poblada por los musulmanes chiítas. Para ese entonces la ciudad había perdido su esplendor hasta que en el siglo XVIII, exploradores europeos redescubrieron las ruinas del famoso santuario tan disputado por distintas culturas. Gracias a distintos trabajos de excavación y restauración los turistas que visitan el lugar pueden apreciar las seis columnas del templo de Júpiter que aún quedan en pie.


domingo, 8 de septiembre de 2013

Ruinas de YONAGUNI


En las aguas que rodean la isla de Yonaguni, en el archipiélago de Ryukyu, a 480 kilómetros al sudoeste de Okinawa y a 150 kilómetros al este de Taiwán, yace una estructura sumergida con la apariencia de una plataforma o estructura parcial de pirámide escalonada. Para algunos investigadores, estas ruinas son el edificio más antiguo del mundo, un territorio perdido de la historia de la humanidad. La pequeña isla mide unos diez kilómetros de largo por tres de ancho.

En 1987, el profesor de buceo Kihachiro Aratake se dispuso a buscar el modo de atraer más buzos a la isla. Buscaba las zonas de reproducción de los peces martillo. Pero en lugar de eso, descubrió algo único, más espectacular de lo que él mismo podía imaginar: unos megalitos de piedra que parecían restos de un antiguo templo. Un montón de piedras que forman una estructura que recuerda a las pirámides de Egipto. Una formación asimétrica creada por gigantescos peldaños de piedra cuyo tamaño varía desde menos de medio metro a varios metros de altura.



Isla de Yonaguni.

El conjunto submarino fue explorado por primera vez, por el Departamento de Ciencias Físicas y Terrestres de la Universidad de Ryukyu, en 1992. A través de un mapa cartográfico del monumento, pudieron apreciar que la estructura principal mide más de ciento cincuenta metros de longitud y presenta características que no se pueden explicar sin la intervención del hombre. Las fotos de los yacimientos impresionaron a Graham Hancock. Con gran admiración narraba sus primeras sensaciones a Canal Historia en 1997:

Mi primera impresión, cuando vi la estructura principal de Yonaguni fue de asombro. Ver lo que parece consecuencia del diseño y la organización en una inmensa estructura submarina de piedra, los bordes de las piedras definidos casi en ángulo recto, como formando una escalera, me hizo sentir una gran emoción, como un misterio. Sólo se puede comparar a lo que se siente al entrar en una gran catedral o en la Gran Pirámide de Egipto.

Creo sinceramente que se trata de una gran área ceremonial religiosa.
El hecho de que el monumento se halle sumergido en el mar presenta un problema extraordinariamente complejo. Si todas esas estructuras fueron creadas por el hombre, debieron de ser levantadas cuando el terreno estaba por encima del nivel de las aguas, es decir, en la época glaciar, cuando los niveles del mar eran mucho más bajos debido a que la mayor parte del agua se encontraba congelada en el hemisferio norte. Para que estos hechos sean ciertos, hay que remontarse al año 10000 a. C. Sin embargo, y como ocurre con todos los otros temas tratados, tal afirmación va en contra de la cronología actual oficialmente aceptada por la arqueología.

Las condiciones para la existencia de lo que llamamos civilización compleja, comenzaron a darse en Mesopotamia y Egipto hacia el tercer milenio a. C. aunque en Jericó (Palestina) existía hace 10000 años una ciudad con murallas de piedra, considerada la primera ciudad de la humanidad. Según John Anthony West, en nuestro planeta hay amplias evidencias que durante las glaciaciones pudo existir una civilización avanzada. Una civilización descrita en las historias orales de otras culturas durante milenios.



Fotografías tomadas de distintas fuentes en torno a las ruinas  sumergidas de Yonaguni.



En el año 360 a. C., el filósofo griego Platón describió lo que por primera vez hasta entonces no era más que un mito oral en Occidente: la leyenda de la Atlántida, una civilización muy avanzada tecnológicamente que había florecido hacia el décimo milenio a. C. Pero esa visión no es exclusiva de Platón, en todos los continentes existen leyendas similares a ésta. En Asia y el pacífico Sur hay numerosos textos antiguos que cuentan una historia asombrosamente similar. Los escritos chinos más antiguos describen un lugar llamado Peng Jia, una isla situada al este y habitada por seres humanos capaces de volar y que poseían una poción que les daba la vida eterna. Un antiguo cántico hawaiano narra la llegada de una raza mágica, venida de una isla flotante situada en el oeste y llamada Mu. Son numerosas las leyendas de una civilización prehistórica en el Pacífico. Además, los japoneses llamaban a sus emperadores prehistóricos Jim - Mu, Tim - Mu, Kam - Mu, etc., lo que quizá significa que sus ancestros fueran supervivientes de esta civilización.

Sin prestar atención al nombre dado, todos esos lugares legendarios tienen algo en común: que la gran civilización de la que hablan fue destruida por una gran inundación. Hancock cuenta que durante el deshielo hubo tres grandes inundaciones. En una ocasión el nivel del mar subió hasta treinta metros. Tras las inundaciones hubo supervivientes que emigraron y extendieron su leyenda y los conocimientos de su civilización por todo el mundo. West cree que el hecho de que las grandes civilizaciones, que nacieron hace más de siete mil años, construyeran estructuras similares no es una coincidencia. Una especie de semejanza universal de diseños que se repite en emplazamientos distintos y alejados: pirámides de Egipto, templo de Angkor en Camboya, Templo del Sol en Perú, etc.

Pero no sólo todas estas estructuras tienen una forma arquitectónica parecida, sino que muchas de ellas poseían una función similar. Es un hecho que muchas de las estructuras megalíticas antiguas, ya sean en Stonehenge en Inglaterra o los templos megalíticos en Malta, no sólo constan de grandes rocas cortadas y talladas por el ser humano, sino que están organizadas y orientadas según una relación astronómica o solar. Cuando Yonaguni debió de estar sobre tierra firme, se encontraba exactamente en lo que era entonces el Trópico de Cáncer. Cerca del monumento hay una piedra a la que los científicos llaman la Piedra del Sol que podría haber sido usada como reloj o con algún propósito religioso, con una orientación en sentido norte-sur. Hancock sostiene que la arqueología es una ciencia muy limitada, ya que centra su atención exclusivamente en las cosas halladas en la superficie de la Tierra. Según él, se deberían estudiar las áreas donde pudieron vivir seres humanos antes de la gran inundación.
En septiembre de 1997, Robert Schoch con Kihachiro Aratake, John Anthony West y Graham Hancock, se propusieron investigar las ruinas de Yonaguni. El equipo realizó una serie de filmaciones de estas estructuras, una de las cuales mostraba una enorme formación piramidal de 80 metros. Algunas estructuras tenían 25 metros de alto, y ángulos rectos perfectos formando escaleras enclavadas en la roca. Otras se encontraban a sólo 10 metros de la superficie de las aguas. Descubrieron que, a cada lado de una especie de pasillo se veían dos filas de megalitos, unos encima de los otros, y los bloques horizontales tenían la misma forma que los de Stonehenge. Al salir del pasillo divisaron dos megalitos asombrosamente regulares, que la naturaleza difícilmente podría haber colocado.



Mapa de las ruinas de Yonaguni.

Para los partidarios de que las estructuras de Yonaguni están realizadas por la mano del hombre hay más indicios, como poco, asombrosos. Por ejemplo, en la terraza superior del monumento hay formas que parecen haber sido esculpidas; la combinación de estos diseños distintos en una misma zona podrían significar una prueba de la poca probabilidad de que hayan sido formadas naturalmente. A pesar de todo esto, Schoch afirma que hay ciertas marcas que podrían ser artificiales y que no se puede excluir la hipótesis de que el hombre le diera alguna utilidad, aunque originalmente fuera una estructura natural.

En julio del año 2000, un equipo de filmación de Canal Historia se sumergió en Yonaguni para ver las ruinas de cerca. Los buzos vieron una gran estructura plana con dos lados elevados: el denominado Escenario, que puede que fuera un altar, un escenario o un trono. Aseguraron que junto al Escenario había un rostro muy similar a las antiguas representaciones de América Central, sobre todo parecido a algunas esculturas mayas.

En uno de los cementerios más antiguos de la isla, situado en una colina, las tumbas excavadas en la roca no fechadas muestran una semejanza estilística con los monumentos submarinos que yacen a un kilómetro de la cosa de Yonaguni. Esto da a pensar que la civilización que construyó y habilitó las ruinas por entonces en tierra firme, bien podrían ser las mismas que construyeron un cementerio en, lo que para ellos fue entonces, sobre una montaña.