A
comienzos del siglo XX, diferentes exploradores y comerciantes como los
alemanes Frederick Schroedery y Oscar Maman dieron testimonio de la presencia
de no una, sino numerosas pirámides alrededor de la ciudad de Xi'an, haciendo
especial hincapié en una de ellas, una construcción colosal que al igual que el
testimonio del piloto norteamericano "Maurice Sheehan", alcanzaba los
300 metros de altitud y algo más de 400metros de lado. Según información
recogida de algunos de sus acompañantes nativos, esta construcción tenía más de 5.000 años.
Poco después Segalen, otro explorador alemán, alcanzó en 1.913 la que al parecer fue la Pirámide del Emperador Shi Huang-ti, el mítico Emperador Amarillo. En su diario anotó que la pirámide alcanzaba los 48 metros de altura y cada uno de sus lados tenía 350 metros. Del mismo modo constató la presencia de otras muchas pirámides más, algunas de enorme tamaño y de una antigüedad imposible de calcular.
A finales de la II Guerra Mundial el piloto de la US Air Force James Gaussman realizaba una misión de abastecimiento de víveres y provisiones a fuerzas del ejército chino. Pero el motor de su aparato empezó a tener problemas mecánicos que aconsejaron regresar a su base en Assam (Norte de la India). Para mayor seguridad y tras corregir el rumbo, el avión de James Gaussman hizo el viaje de regreso a baja altitud. Después de sobrepasar la ciudad de Xi'an y con rumbo Sur-Oeste, apareció ante su vista una gigantesca pirámide. Gaussman no salía de su asombro, y tras hacer varias pasadas sobre la pirámide tomó varias fotografías que, junto a un detallado informe, entregó a sus superiores nada más llegar a la base aérea de Assam. Este incidente quedó olvidado en los archivos de las fuerzas aéreas americanas. Cuarenta años después volvieron a salir a la luz pública gracias al escritor australiano Brian Crowley, que publicó una de las fotografías de Gaussman en uno de sus libros.
Fotografía aérea de la conocida como Pirámide Blanca, un monstruo de 300 metros de altura y que ocupa una superficie de 202.500 metros cuadrados.
Pero no era el primer incidente de esta clase que se producía por parte de pilotos sobre el espacio aéreo de China, ni tampoco el último. En marzo de 1.947, finalizada la contienda mundial, el diario New York Times hacía referencia a un avistamiento efectuado por el Coronel Maurice Sheehan desde su avión, en el cual y siempre según las declaraciones del militar, llegó a sobrevolar una gigantesca pirámide que alcanzaría los 300 metros de altitud, siendo cada uno de sus lados de 450 metros. De ser cierta esta información nos hallaríamos ante la mayor pirámide del mundo, destronando por K.O. a la mismísima Gran Pirámide de Giza en Egipto con sus 147 metros de altura y los 320 metros de cada uno de sus lados, 202.500 metros cuadrados de superficie de la pirámide china contra los 52.900 metros cuadrados de la Gran Pirámide egipcia.
Existen numerosas denuncias de la presencia de pirámides sobre territorio chino realizadas por numerosos pilotos, e incluso fotografías realizadas más recientemente por satélites espías americanos. Pero las autoridades chinas siempre han negado incomprensiblemente la existencia de estos monumentos, ¿por qué?, ¿qué es lo que ocultan con tanto celo?.
Desde 1.937 los Estados Unidos ayudó a los chinos a combatir el expansionismo imperialista de los japoneses. Cientos de pilotos de todas las nacionalidades sobrevolaron territorio chino, siendo numerosas las referencias existentes a la presencia de avistamientos de pirámides.
En 1.994 el investigador alemán Hartwig Hausdorf logró fotografiar y filmar varias de estas construcciones en las proximidades de Xi'an, en una auténtica operación de audacia, pues todo el área que recorrió H. Hausdorf estaba restringida no sólo a extranjeros como él, sino incluso a los propios habitantes de los alrededores. Gracias a su valentía y coraje hoy podemos disponer del documento gráfico más importante de todos los tiempos sobre la existencia de construcciones piramidales en China.
Shi Huang-Ti, el Emperador Amarillo (a la izquierda) fue el autor de uno de los descubrimientos arqueológicos más impresionantes realizados por el momento en el mundo. Un gran ejército de figuras de terracota compuesto por más de 8.000 figuras fue enterrado en su mausoleo (a la derecha), donde según antiguos textos permanece aún sin descubrir bajo una pirámide también enterrada, su tumba y los más increíbles tesoros y riquezas.
Gracias al descubrimiento de estas figuras de terracota se ha podido saber más sobre las razas que habitaron China y sus métodos guerreros que con toda la información recopilada hasta el momento de su descubrimiento en 1.974. Tras la desaparición de la Dinastía Qin a la que perteneció Shi Huang-Ti, China entró en un periodo de decadencia, y los tiempos de máximo esplendor de este gran imperio quedaron en el olvido.
A pesar de toda negativa del gobierno chino a que se investigue la presencia de estas pirámides, existe suficiente documentación histórica que conduce a la posibilidad de que algunas de estas construcciones fuesen realizadas durante el siglo III a. C. y más concretamente durante el periodo de reinado de Shi Huang-Ti de la Dinastía Qin
(259-210 a. C.).
De este personaje de leyenda, apodado el Emperador Amarillo, se ha escrito todo tipo de historias y fantasías. Pero lo que sí es cierto es que durante su gobierno, iniciado a la temprana edad de 13 años, fueron realizadas las mayores y más importantes construcciones de la historia de China. A él le debemos la edificación de la Gran Muralla China o el Ejército de Terracota desenterrado en su mausoleo, compuesto por 8.000 estatuas humanas, cada una con sus rasgos propios y docenas de caballos y carros descubiertos en 1.974.
Pero tal vez una de sus más espectaculares obras fue la que describe el historiador chino Sseuma Ts'ien (135-85 a. C.). En ella empleó a 700.000 trabajadores en la construcción bajo una gran pirámide en el Monte Lishan de su tumba, cerca del mausoleo donde fue descubierto el Ejercito de Terracota.
Bajo la pirámide, cientos de metros de galerías y pasillos repletos de los más increíbles tesoros rodeaban la cámara funeraria del emperador. Ordenó posteriormente recubrir toda la construcción de tierra y colocar plantas sobre ella para poder camuflarla como una elevación natural del terreno. Según Sseuma Ts'ienla pirámide alcanzaba los 48 metros (los mismos que Segalen dejó anotados en su diario en 1.913). Una vez finalizada la construcción todos los artesanos y trabajadores que participaron en la edificación de esta grandiosa obra, fueron asesinados a pie de obra para que se borrase la memoria de la última morada del Emperador Amarillo.
Nada sabemos sobre ellas, pues la intransigencia y el ocultismo del gobierno chino priva a toda la humanidad del derecho a conocer su verdadera historia y su pasado. Política y religión son sin duda malos compañeros de viaje de la verdad.
Hoy en día, de los más de 56 kilómetros cuadrados de los que se supone que contaba todo el complejo funerario del emperador, sólo una pequeña parte ha sido descubierta. Corresponde a las tres cámaras donde fue encontrado el Ejército de Terracota que el emperador mandó enterrar junto con el resto de edificaciones anexas. Un descubrimiento realizado por casualidad cuando un grupo de agricultores efectuaba un pozo para extraer agua durante un periodo de sequía.
A principios del año 2000, el régimen chino no tuvo más remedio que reconocer que no sólo existían unas 400 pirámides irguiéndose en la región de Shanxi, al norte de Xi´an, sino que la mayoría de las pirámides más tardías pertenecientes a la Dinastía Xia del Oeste (1032-1227) se encontraban en un estado sumamente deteriorado por falta de mantenimiento; muchas de éstas presentaban profundas grietas, y gran parte se hallaba al borde del derrumbe.
“El conjunto completo de enterramientos de nobles corre riesgo de desaparecer” confesaría el subdirector de la oficina de administración de las tumbas, Dai Wenzhen.
Según el funcionario, la mayoría de las tumbas de la dinastía Xia, ubicadas en la región de Ningxia, presentaría problemas similares, y algunas incluso podrían catalogarse abiertamente como “ruinas”. No obstante, muchos científicos calificaron a la inversión de los dirigentes en la refacción de los monumentos en riesgo como “irrisoria”.
Mientras que la arcilla de las 207 tumbas y 9 mausoleos de la región de Ningxia se esfuerzan por persistir en el tiempo, las pirámides ubicadas en Shanxi se muestran más estables, imponentes y desconocidas. Actualmente se estima que la gran mayoría de la agrupación de 400 edificaciones de Shanxi se construyó durante la dinastía del tiránico emperador Qin Shihuang Ti (259-210 a.C.) con el propósito de albergar cerca de su tumba a los restos de la corte imperial china hacia su descanso eterno.
Qin Shihuang Ti, la pirámide más enigmática del planeta.
No es desconocida la obsesión que sufría el emperador Qin Shihuang Ti por descubrir la formula de la inmortalidad. La fiebre por alcanzar la gloria lo condujo a crear una de las maravillas arquitectónicas más intrigantes y codiciosas del planeta.
A sólo un kilómetro y medio de su imponentemente célebre “ejército de terracota”, un enorme montículo esconde los restos del monarca más déspota que conociera la China antigua. Qué tesoros alberga dentro de su pirámide mortuoria, son aún conjeturas.
Según antiguos documentos chinos, el emperador Qin intentó acondicionar su pirámide subterránea de tal manera que ésta fuera una réplica exacta del territorio chino.
Los textos antiguos refieren que la gigantesca bóveda de la cámara estaría tapizada de cobre con incrustaciones de joyas, de modo que la luz de las lámparas las hiciera titilar simulando las estrellas del firmamento. Asimismo, por toda la base de la gran pirámide debía circular, mediante un mecanismo desconocido, una réplica artificial de los ríos de China, completamente realizada en mercurio.
De hecho, expediciones científicas confirmaron que la tierra que cubre la superficie de la pirámide tiene concentraciones considerables de este metal líquido.
Actualmente, la pirámide del emperador Qin tiene 76 metros de altura, pero se estima que hace 2.200 años alcanzaba los 115 metros. El ancho de la base este-oeste es de 345 metros y su longitud sur-norte es de 350 metros. Aunque el emperador Qin se esmeró en dificultar el acceso a su última morada haciendo cubrir la pirámide con suelo y vegetación y bloqueando todo acceso posible a la cámara principal, los dirigentes chinos no han mostrado señales de profundizar la investigación para descubrir los infinitos tesoros arqueológicos que pudiera albergar esta enorme construcción.
Tampoco hoy existe libertad para explorar las pirámides fotografiadas clandestinamente, y se dispone de muy poca información para acceder a estas maravillas que nos permitirían conocer más a fondo el legado de una cultura milenaria
Poco después Segalen, otro explorador alemán, alcanzó en 1.913 la que al parecer fue la Pirámide del Emperador Shi Huang-ti, el mítico Emperador Amarillo. En su diario anotó que la pirámide alcanzaba los 48 metros de altura y cada uno de sus lados tenía 350 metros. Del mismo modo constató la presencia de otras muchas pirámides más, algunas de enorme tamaño y de una antigüedad imposible de calcular.
A finales de la II Guerra Mundial el piloto de la US Air Force James Gaussman realizaba una misión de abastecimiento de víveres y provisiones a fuerzas del ejército chino. Pero el motor de su aparato empezó a tener problemas mecánicos que aconsejaron regresar a su base en Assam (Norte de la India). Para mayor seguridad y tras corregir el rumbo, el avión de James Gaussman hizo el viaje de regreso a baja altitud. Después de sobrepasar la ciudad de Xi'an y con rumbo Sur-Oeste, apareció ante su vista una gigantesca pirámide. Gaussman no salía de su asombro, y tras hacer varias pasadas sobre la pirámide tomó varias fotografías que, junto a un detallado informe, entregó a sus superiores nada más llegar a la base aérea de Assam. Este incidente quedó olvidado en los archivos de las fuerzas aéreas americanas. Cuarenta años después volvieron a salir a la luz pública gracias al escritor australiano Brian Crowley, que publicó una de las fotografías de Gaussman en uno de sus libros.
Fotografía aérea de la conocida como Pirámide Blanca, un monstruo de 300 metros de altura y que ocupa una superficie de 202.500 metros cuadrados.
Pero no era el primer incidente de esta clase que se producía por parte de pilotos sobre el espacio aéreo de China, ni tampoco el último. En marzo de 1.947, finalizada la contienda mundial, el diario New York Times hacía referencia a un avistamiento efectuado por el Coronel Maurice Sheehan desde su avión, en el cual y siempre según las declaraciones del militar, llegó a sobrevolar una gigantesca pirámide que alcanzaría los 300 metros de altitud, siendo cada uno de sus lados de 450 metros. De ser cierta esta información nos hallaríamos ante la mayor pirámide del mundo, destronando por K.O. a la mismísima Gran Pirámide de Giza en Egipto con sus 147 metros de altura y los 320 metros de cada uno de sus lados, 202.500 metros cuadrados de superficie de la pirámide china contra los 52.900 metros cuadrados de la Gran Pirámide egipcia.
Existen numerosas denuncias de la presencia de pirámides sobre territorio chino realizadas por numerosos pilotos, e incluso fotografías realizadas más recientemente por satélites espías americanos. Pero las autoridades chinas siempre han negado incomprensiblemente la existencia de estos monumentos, ¿por qué?, ¿qué es lo que ocultan con tanto celo?.
Desde 1.937 los Estados Unidos ayudó a los chinos a combatir el expansionismo imperialista de los japoneses. Cientos de pilotos de todas las nacionalidades sobrevolaron territorio chino, siendo numerosas las referencias existentes a la presencia de avistamientos de pirámides.
En 1.994 el investigador alemán Hartwig Hausdorf logró fotografiar y filmar varias de estas construcciones en las proximidades de Xi'an, en una auténtica operación de audacia, pues todo el área que recorrió H. Hausdorf estaba restringida no sólo a extranjeros como él, sino incluso a los propios habitantes de los alrededores. Gracias a su valentía y coraje hoy podemos disponer del documento gráfico más importante de todos los tiempos sobre la existencia de construcciones piramidales en China.
Shi Huang-Ti, el Emperador Amarillo (a la izquierda) fue el autor de uno de los descubrimientos arqueológicos más impresionantes realizados por el momento en el mundo. Un gran ejército de figuras de terracota compuesto por más de 8.000 figuras fue enterrado en su mausoleo (a la derecha), donde según antiguos textos permanece aún sin descubrir bajo una pirámide también enterrada, su tumba y los más increíbles tesoros y riquezas.
Gracias al descubrimiento de estas figuras de terracota se ha podido saber más sobre las razas que habitaron China y sus métodos guerreros que con toda la información recopilada hasta el momento de su descubrimiento en 1.974. Tras la desaparición de la Dinastía Qin a la que perteneció Shi Huang-Ti, China entró en un periodo de decadencia, y los tiempos de máximo esplendor de este gran imperio quedaron en el olvido.
A pesar de toda negativa del gobierno chino a que se investigue la presencia de estas pirámides, existe suficiente documentación histórica que conduce a la posibilidad de que algunas de estas construcciones fuesen realizadas durante el siglo III a. C. y más concretamente durante el periodo de reinado de Shi Huang-Ti de la Dinastía Qin
(259-210 a. C.).
De este personaje de leyenda, apodado el Emperador Amarillo, se ha escrito todo tipo de historias y fantasías. Pero lo que sí es cierto es que durante su gobierno, iniciado a la temprana edad de 13 años, fueron realizadas las mayores y más importantes construcciones de la historia de China. A él le debemos la edificación de la Gran Muralla China o el Ejército de Terracota desenterrado en su mausoleo, compuesto por 8.000 estatuas humanas, cada una con sus rasgos propios y docenas de caballos y carros descubiertos en 1.974.
Pero tal vez una de sus más espectaculares obras fue la que describe el historiador chino Sseuma Ts'ien (135-85 a. C.). En ella empleó a 700.000 trabajadores en la construcción bajo una gran pirámide en el Monte Lishan de su tumba, cerca del mausoleo donde fue descubierto el Ejercito de Terracota.
Bajo la pirámide, cientos de metros de galerías y pasillos repletos de los más increíbles tesoros rodeaban la cámara funeraria del emperador. Ordenó posteriormente recubrir toda la construcción de tierra y colocar plantas sobre ella para poder camuflarla como una elevación natural del terreno. Según Sseuma Ts'ienla pirámide alcanzaba los 48 metros (los mismos que Segalen dejó anotados en su diario en 1.913). Una vez finalizada la construcción todos los artesanos y trabajadores que participaron en la edificación de esta grandiosa obra, fueron asesinados a pie de obra para que se borrase la memoria de la última morada del Emperador Amarillo.
Nada sabemos sobre ellas, pues la intransigencia y el ocultismo del gobierno chino priva a toda la humanidad del derecho a conocer su verdadera historia y su pasado. Política y religión son sin duda malos compañeros de viaje de la verdad.
Hoy en día, de los más de 56 kilómetros cuadrados de los que se supone que contaba todo el complejo funerario del emperador, sólo una pequeña parte ha sido descubierta. Corresponde a las tres cámaras donde fue encontrado el Ejército de Terracota que el emperador mandó enterrar junto con el resto de edificaciones anexas. Un descubrimiento realizado por casualidad cuando un grupo de agricultores efectuaba un pozo para extraer agua durante un periodo de sequía.
A principios del año 2000, el régimen chino no tuvo más remedio que reconocer que no sólo existían unas 400 pirámides irguiéndose en la región de Shanxi, al norte de Xi´an, sino que la mayoría de las pirámides más tardías pertenecientes a la Dinastía Xia del Oeste (1032-1227) se encontraban en un estado sumamente deteriorado por falta de mantenimiento; muchas de éstas presentaban profundas grietas, y gran parte se hallaba al borde del derrumbe.
“El conjunto completo de enterramientos de nobles corre riesgo de desaparecer” confesaría el subdirector de la oficina de administración de las tumbas, Dai Wenzhen.
Según el funcionario, la mayoría de las tumbas de la dinastía Xia, ubicadas en la región de Ningxia, presentaría problemas similares, y algunas incluso podrían catalogarse abiertamente como “ruinas”. No obstante, muchos científicos calificaron a la inversión de los dirigentes en la refacción de los monumentos en riesgo como “irrisoria”.
Mientras que la arcilla de las 207 tumbas y 9 mausoleos de la región de Ningxia se esfuerzan por persistir en el tiempo, las pirámides ubicadas en Shanxi se muestran más estables, imponentes y desconocidas. Actualmente se estima que la gran mayoría de la agrupación de 400 edificaciones de Shanxi se construyó durante la dinastía del tiránico emperador Qin Shihuang Ti (259-210 a.C.) con el propósito de albergar cerca de su tumba a los restos de la corte imperial china hacia su descanso eterno.
Qin Shihuang Ti, la pirámide más enigmática del planeta.
No es desconocida la obsesión que sufría el emperador Qin Shihuang Ti por descubrir la formula de la inmortalidad. La fiebre por alcanzar la gloria lo condujo a crear una de las maravillas arquitectónicas más intrigantes y codiciosas del planeta.
A sólo un kilómetro y medio de su imponentemente célebre “ejército de terracota”, un enorme montículo esconde los restos del monarca más déspota que conociera la China antigua. Qué tesoros alberga dentro de su pirámide mortuoria, son aún conjeturas.
Según antiguos documentos chinos, el emperador Qin intentó acondicionar su pirámide subterránea de tal manera que ésta fuera una réplica exacta del territorio chino.
Los textos antiguos refieren que la gigantesca bóveda de la cámara estaría tapizada de cobre con incrustaciones de joyas, de modo que la luz de las lámparas las hiciera titilar simulando las estrellas del firmamento. Asimismo, por toda la base de la gran pirámide debía circular, mediante un mecanismo desconocido, una réplica artificial de los ríos de China, completamente realizada en mercurio.
De hecho, expediciones científicas confirmaron que la tierra que cubre la superficie de la pirámide tiene concentraciones considerables de este metal líquido.
Actualmente, la pirámide del emperador Qin tiene 76 metros de altura, pero se estima que hace 2.200 años alcanzaba los 115 metros. El ancho de la base este-oeste es de 345 metros y su longitud sur-norte es de 350 metros. Aunque el emperador Qin se esmeró en dificultar el acceso a su última morada haciendo cubrir la pirámide con suelo y vegetación y bloqueando todo acceso posible a la cámara principal, los dirigentes chinos no han mostrado señales de profundizar la investigación para descubrir los infinitos tesoros arqueológicos que pudiera albergar esta enorme construcción.
Tampoco hoy existe libertad para explorar las pirámides fotografiadas clandestinamente, y se dispone de muy poca información para acceder a estas maravillas que nos permitirían conocer más a fondo el legado de una cultura milenaria
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